CALDERERÍA
Su nombre real es un misterio para la mayoría de los granadinos. Pocos saben que este bello enclave, situado en el corazón mismo del barrio más castizo de la ciudad, ha sido bautizado como de “la Calderería Nueva”. Todo responde a un pasado glorioso, marcado por orfebres artesanos empeñados en buscarse la vida haciendo del noble trabajo de las manos toda una seña de identidad. Aquí se arreglaban, vendían y fabricaban calderos. Pero de eso hace ya tanto tiempo… que tendríamos que remontarnos casi a los libros de texto. Hoy Calderería es lugar de encuentro entre culturas. Allá marroquíes llegados de todos los rincones exponen sus productos, comercian con especies y cautivan al turista con toda una gama de sabores orientales procedentes de la otra orilla del Mediterráneo. El exotismo llevado a su más alta esfera por el bien común de un grupo, una comunidad, que ha hecho de este rincón a los pies mismos de la Alfombra un atractivo más de una ciudad que solo con mencionarla atrae a quien escucha. Y es que, a fin de cuentas, se trata de un intercambio en toda regla. Durante los siglos de oro a la historia española, andaluces, extremeños y catalanes exportaban nuestros usos y costumbres a cambio de oro, piedras preciosas y auténticas “delicatessem ” que hoy día se han convertido en todo un pecado para los sentidos. Cinco siglos más tarde, la historia se repite. Y como todo es cíclico, a escala más reducida los recién llegados comercian con hospitalidad, nos venden sus secretos e intercambian con costumbres. Todo a la luz de una vela, en recintos que evocan las historias que contaba Aladino y al refugio de esa suave fragancia que desprenden artefactos elaborados de albahaca. El té, todo un emblema de la cultura árabe, es quizás en nuestros días el mejor embajador de una cultura que se cansa de repetir, y ya no en voz alta, que ellos también quieren hacer grande esta tierra. Su variada carta de tés no es más que el fiel reflejo de un pasado común y esplendoroso que nos traslada a una al- Andalus donde todo era posible. Los “Sueños de la Alhambra ”, “Nazarís” y ”Las mil y una noches” no sabrían igual sin ese toque exótico que el incomparable marco de la Calderería les aporta. Brebaje de flores deliciosas, cachumbas aromáticas para el uso y disfrute de los enamorados de esta tierra y los sones de la música oriental que facilitan el bamboleo de los vientres en las danzarinas convierten esta calle en un pedazo de cielo, ejemplo de convivencia. La magia se respira en cada rincón, en cada comercio, en cada morador… porque este barrio, esta calle empinada, este lugar de encuentros y esperanzas ante todo es un compendio de sabidurías, de mezclas de culturas, de saber estar. Cristianos y árabes, unidos de la mano, rindiendo culto al pasado andalusí para demostrar que todo aquí es posible. Y como dice el refranero Granadino.. A Granada… hay que venir… viajero romántico, atraído por su belleza y sus leyendas, y sobre todo, para conocer de primera mano Calderería ya que dicen que en todo corazón permanece la imagen del recuerdo y en Granada esa imagen se encuentra en la Calderería.
Víctor Vega
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